Día 23: Haz algo por ti que te de todo el amor que necesitas

Mariana y yo fuimos al mismo colegio desde pre kinder  yo y kinder ella, y la realidad es que nunca fuimos amigas y creo que capaz nunca nos hablamos en los 13 años que estuvimos en el colegio. Ella es dos años menor que yo y, en típica gafedad creciendo, las promociones no se mezclaban mucho ni eran muy amigas. Teníamos amigas en común, pero nunca llegamos a nosotras en ese entonces. Las dos sabíamos de la existencia una de la otra y nada más (digo yo!) 

El universo (y Maia!) me dieron uno de los mejores regalos de la vida, cuando en algún momento entre el año 2010 y el 2011, me trajeron a mi Marranita. No me acuerdo cómo ni cuándo, pero solo sé que no me quiero imaginar la vida sin ella. Mariana es TANTAS cosas, talentosa, buena, cómica, trabajadora, sensible, determinada, amable, amiguera, fiel y demasiadas otras cualidades que pueden llenar 80 libros. Mi amiga es un rayo de luz para todos las que la conocen y una vez que está en tu vida, nunca quieres que se vaya. Mariana no la ha tenido fácil y es siempre muy abierta con muchos de los malos ratos que ha pasado… menos con este. Eso cambia hoy, en sus propias palabras:

“En enero de 2019, sorpresivamente me enteré de que mi primer bebé venía en camino. Fue una noticia que me agarró totalmente desprevenida y no fue la manera en que toda la vida había visualizado mi primer embarazo. Este era un embarazo que llegaba sin planificar, en una relación que aún estaba construyendo sus bases. 

Esas primeras semanas estuve llena de angustia y preocupación por no sentirme preparada para recibir un bebé en ese momento de mi vida. Intentaba verle el lado positivo, pero me costaba sentirme plenamente feliz. Di por sentado que ese septiembre me convertiría en mamá y me consumieron pensamientos sobre la logística que debía tener lista para darle la bienvenida a mi primer hij@. Poco sabía que nada estaba garantizado. No se supone que uno pierde al bebé que llegó de sorpresa. 

A las 7 semanas, luego de varias semanas sintiéndome bien, sin náuseas y con el mejor panorama, empecé a sangrar repentinamente y mi médico me informó que estaba perdiendo al bebé. Estuve en shock durante varios días e incluso pensé que capaz se trataba de una equivocación y pronto escucharía el latido de mi bebé. Sin embargo en la consulta se confirmó lo que ya me habían dicho y el milagro por el que ahora rezaba no se cumplió. Quedé atónita por mucho tiempo y sentí que me quitaron el piso. Todas las certezas que conocía ya no eran tales. El proceso de pérdida de mi nene fue muy difícil ya que duró dos meses. Día a día tenía un recordatorio físico - más allá del emocional y espiritual - sobre el bebé que estaba dejando mi cuerpo. La lentitud alargó demasiado mi agonía. Durante ese tiempo, y tiempo después, solo sentía culpa por no haberme sentido feliz desde que supe que estaba embarazada. Siempre pensé que iba a ir acostumbrándome a la idea de ser mamá sin buscarlo y asumí que tendría tiempo más adelante para ilusionarme y concentrarme en mi bebé. Llegué a pensar que yo había provocado la pérdida con mis pensamientos negativos. Que esa energía afectó a mi bebé e hizo que ya no estuviera conmigo. De ahí en adelante fueron meses muy duros. Tenía dos amigas que tenían la misma due date y aún imagino a mi bebé creciendo a la par de ellos. Lo imagino de esa edad y me pregunto cómo habría sido la vida con él/ella aquí. Siempre me preguntaré si sería niña o niño, a quién se parecía y cómo hubiera sido su personalidad. Es una pérdida que me enseñó que cada bebe que llega es un milagro, que yo en mi inocencia, di por sentado. 

A partir de esa pérdida viví con miedo de no poder concebir otro hijo. Cuando quedé embarazada de mi hija tuve mucho miedo a vivir la experiencia nuevamente. Sin embargo, a pesar del miedo, pude vivir el embarazo desde el conocimiento y agradecimiento. Entendí que cada día que crecía en mi barriga era un regalo y me documenté mucho sobre los diferentes escenarios. Gracias a Dios mi hija llegó a mis brazos sana, con una mamá que entiende plenamente la suerte que tuvo al lograr tal hazaña. 

A mi primer bebé, donde quiera que esté, le quisiera decir que l@ llev@ y llevaré siempre en mi corazón.”

Quiero agregar algo aquí que me saltó cuando lo leí porque me pareció muy loco y a la vez, muy familiar: “Llegué a pensar que yo había provocado la pérdida con mis pensamientos negativos. Que esa energía afectó a mi bebé e hizo que ya no estuviera conmigo.” Todos entendemos que esto no es verdad, que los pensamientos de Mariana no tuvieron nada que ver con su pérdida, pero qué difícil es entender eso cuando estás ahí. Piensas en qué comiste esos días, cómo te moviste, si corriste mucho, si te acostaste del lado que no era, qué crema te pusiste, qué pensaste para que tu cuerpo te haya traicionado de tal manera. La respuesta es nada. No hicimos absolutamente nada para que esto pasara, simplemente pasó y eso es lo que vemos como la mayor injusticia. No tiene sentido hacer todo “perfecto” y que las cosas puedan salir TAN mal. Así que tratamos de buscar culpables pensando que va a aliviar el dolor; y siempre empezamos por nosotras. Eso es lo que hacemos mucho las mamás, agarramos responsabilidades que no nos tocan y pasamos por tormentas que no son necesarias para protegernos y sentir que nos estamos dando el título de mamá que nos han dicho debemos tener. Una mamá que lo da todo, aunque lo que le den a cambio sea lo peor, es una mamá que está triunfando ante los ojos del mundo. Aquí nadie gana, si das TODO y no llenas tu tanque y encima sientes que tienes culpa de lo que sale mal, no vas a tener más para dar. Nada fue culpa de Mariana, ningún pensamiento hizo que esto pasara, sin embargo se sintió culpable por algo horrible que le estaba pasando a ella. Quisiera poder correr a ese momento en el 2019 y sentarme con ella en ese momento, recordarle que es un momento MUY MUY malo, que nada es su culpa y que ella se merece amor eterno por esto y más. Vamos a cuidarnos y entender que no podemos dar de un tanque que está vacío. Darlo todo sin esperar nada a cambio no es un lema por el que debemos vivir. 

Me fui por una tangente aquí, pero Mariana me ha dado y enseñado mucho de todo y no sé cómo encapsularlo en un solo post, así que concluyo pensando en la actividad de hoy. Claro que sí, da lo mejor de ti (cuando puedas) y entiende que hay ciertas cosas que tienen que pasar y tanques que hay que llenar, para que tu puedas presentar esa versión de ti, lista para dar.